Es seguramente una de las más populares y hermosas de los Picos de Europa, por lo que recorrerla en otoño evita encontrarse con los numerosos senderistas que suelen frecuentarla en verano. Transcurre entre la localidad leonesa de Caín y la asturiana de Poncebos (o viceversa), atravesando el desfiladero del río Cares a lo largo de algo más de 11 kilómetros si se realiza el trayecto de ida y vuelta-. No se trata de un sendero exigente físicamente, pero sí que requiere prestar cierta atención a resbalones, por lo que es recomendable ir bien calzado.
No hace falta disponer de un mapa, porque es imposible perderse; se trata de disfrutar de las vistas que, desde las alturas, son sencillamente extraordinarias. Durante el recorrido, que se prolonga entre cinco y seis horas por un caminito serpenteante, deben superarse hasta 70 túneles excavados en la montaña y numerosos puentes, como el de los Rebecos, uno de los puntos en los que sí o sí hay que detenerse y fotografiar. Otro punto imprescindible es Los Collados, el punto más alto, con el enorme murallón de Amuesa, que domina completamente la visión. La sensación al finalizar la ruta no puede ser más satisfactoria.
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