Nada más nacer en un prado de Navarredonda de Gredos, el Tormes surca un precioso pinar y el paraje de las Chorreras, donde el río encajonado entre grandes bloques de granito brinca y espumea hasta precipitarse en un poderoso último salto sobre una poza de 20 metros de ancho.
En verano, es un lugar ideal para sentarse en la orilla, a la sombra de una peña o de un alto pino, y leer lo bien que lo describía Garcilaso:
«En la ribera verde y delectosa
del sacro Tormes, dulce y claro río,
hay una vega grande y espaciosa...
verde en la fuerza del ardiente estío».
También es un lugar ideal para bañarse, fácilmente accesible en coche (bajando desde Hoyos del Espino al puente del Duque y subiendo luego junto al Tormes 1,5 kilómetros). Por eso conviene evitar los fines de semana y los festivos. Lo más razonable, además de elegir un día corriente, es combinar el chapuzón con una ruta de senderismo, como la que se recomienda en navarredondadegredos.net
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